Photobucket

domingo, 27 de febrero de 2011

YO QUIERO SER


YO QUIERO SER

Yo quiero ser el mar donde se baña
de tu desnudo cuerpo, la hermosura.
El sol quisiera ser de tu montaña
y un ciervo apasionado en tu ternura.

Quiero ser tenue luz en el celaje
que adormece la dicha de tu sueño;
y de tu corazón el noble anclaje,
que me haga de tu amor eterno dueño.

Más quisiera también amada mía
ser el rocío que en tu piel rebosas;
y beberme en tu cáliz de ambrosía,
el perfume hechicero de tus rosas.

Tu amor quisiera ser y estar contigo
en las delicias de la dulce calma,
donde disfrutes del sublime abrigo
que le daré a tu alma con mi alma.

Tu esclavo quiero ser, quiero ser todo
lo que me pidas tú, y a tus maneras
he de cumplir de tu razón el modo,
tan solo porque un día me quisieras.

Pero no tienes corazón, no tienes
mediana compasión por mis dolores,
y me dejas sufriendo en los vaivenes
de enloquecer de amor por tus amores.

¡Extraña voluntad la de mi suerte
que por quererte amar me ha condenado!
Yo he de pagar mi pena por quererte
porque yo soy, mujer, quien más te amado.

Yo no he querido ser tu amor primero
y nunca quise ser tu ultimo amor.
Yo solo quiero amarte como quiero,
con todo el corazón y sin dolor.

Adamis Barrios
Maracaibo – Venezuela
Lunes, 21 de febrero de 2011.
Todos los derechos reservados

martes, 1 de febrero de 2011

QUIZÁS



 
QUIZÁS

Quizás cuando estés sola, muy sola y pensativa
y llegue a tu recuerdo la ausencia de mi amor.
Tal vez sientas en tu alma, la daga que abrasiva
partió en dos mi esperanza, causándome dolor.

Quizás cuando no tengas ninguna mano amiga
ni un hombro en que apoyarte, ni fe en el corazón.
Dirás como yo he dicho, que el tiempo no mitiga,
la herida que nos deja, perder una ilusión.

Quizás entonces llores, igual que yo he llorado.
¡Quizás entonces sufras! tu amarga soledad.
La soledad que sufro desde que te has marchado,
y de seguro entonces, sabrás de la orfandad.

De la orfandad que hiere, que mata, que calcina.
De esa terrible pena que me angustió por ti.
Y así sabrás entonces que la ausencia asesina,
porque quizás te mate, como me mató a mí.

De nada ha de servirte, llorar en tu quimera
y nada habrá que calme, tu pena y tu dolor.
Ni yo iré a consolarte mujer, aunque pudiera,
porque la ausencia tuya, me asesinó el amor.

Me duelen estas cosas, porque sé que son ciertas,
y sé que no hay remedio para tan cruel rigor.
¡Yo vi mis esperanzas entre mis manos, muertas!
Y tú verás en tu alma, la soledad y su horror.

Adamis Barrios
Maracaibo – Venezuela
Lunes, 22 de noviembre de 2010.
Todos los derechos reservados.[/size]