RECUERDOS III
Y entonces descubrí que abierta estaba
al rito del amor ¡dulce vehemencia!
Y en dejos de ansiedades me miraba,
pidiendo de pasión, la complacencia.
Exánime quédeme en su presencia
al ver que en sus ardores me deseaba,
y me dejé llevar con diligencia,
sujeto del amor que me obsequiaba.
Aureola fue el afán, lascivo armiño
de esa rosa otoñal, y siempre bella
que deleitó a mi alma en su cariño.
¡Feliz fue el corazón al lado de ella!
Pues me enseño a ser hombre siendo niño
y aún brilla en mi existencia, cómo estrella.
Adamis Barrios
Domingo, 13 de marzo de 2011
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